jueves, 2 de agosto de 2012

Quería que tuvieran eso invisible

Hoy conversando con una amiga de toda la vida entre broma y broma, me dice pero qué tiene de especial este método si tus hijos son igual a todos. La verdad es que yo no seguí esta mirada de respeto en la crianza para que mis hijos fueran especiales o diferentes, ni más avanzados ni superdotados, lo que me motivó fue el deseo que mis hijos contaran con una sensación invisible de que ellos "pueden" - más allá de la mirada de los demás -. Me gustaba la idea de que mis hijos se sientan capaces de resolver las situaciones que les presenta la vida según el estadio que se encuentren. 


Será por eso que hoy con sólo dos años, me encanta cuando observo que si alguien se para frente a la televisión, obstruyendo su campo visual ellos no se quejan sino que rápidamente se corren de lugar buscando recuperarla, y como saben que pueden resolverlo por si mismo no se detienen a marcar lo que sucedió.  Me gusta observar cuando desean llegar a un lugar alto y notar que ellos no piden ser alzados más de una vez, sino simplemente aparecen empujando su sillas para poder elevarse como desean y hacerse de aquello que les cautiva. No tengo recuerdos de haber escuchado la frase: "acá, mamá" como pidiendo que me siente a su lado para jugar - claro esto puede deberse a la maravillosa condición de mellizos - porque ellos saben el disfrute de descubrir los objetos por si mismo.  Cuando necesitan ayuda porque habiendo explorado las posibilidades no han podido lograr su cometido, me  toman de la mano para llevarme al lugar donde necesitan de mi colaboración acompañando el gesto con la frase: "ayuda mamá".

Siento que algo de esa autonomía era lo que soñaba para ellos cuando nacieron y fue razón fundamental por la cual quedé fascinada por los conceptos de Emmi Pikler ni bien llegó el libro Movimiento en Libertad a mis manos. Me encanta pensar que esta forma autónoma de estar en el mundo se les fijó durante estos dos primeros años - y a mí en la mirada -  y ojalá que estas mínimas lecciones que fueron recogiendo en sus miles de intentos sea la base fundamental de su sensación de competencia.  

Y si hay una creencias instalada que los niños deben ser guiados, ayudados en casi todas sus tareas, yo siento que lo míos "siempre" creen que pueden ellos solitos - dice LU: "yo sola, mamá"- pero por la simple razón porque ellos fueron "ayudados" muy pocas veces. Y juro que no fue por desamor, falta de cortesía o comodidad mía. 


Puedo afirmar que lo que más me fascinó durante estos dos años fue darme cuenta de todo lo que eran capaces mis hijos, pero sobretodo lo que más disfruté fue que ellos mismos se dieran cuenta de lo mucho que eran capaces. 


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