miércoles, 15 de mayo de 2013

He estado enojada

Hace mucho que no escribo...primero fueron algunas razones y luego otras pero lo importante que este tiempo he estado enojada, muy enojada...

Dentro de pocos días Juan y Lu cumplen tres años por lo que han comenzado el jardín. Habíamos elegido para ellos un colegio que nos gustó mucho con el padre pero donde la primera "condición" era que no tenían que usar pañales. Ya lo sabíamos desde hace tiempo, por lo que sabíamos que durante el verano previo a ese comienzo deberíamos ¿motivarlos?, ¿acompañarlos?, ¿instarlos? a dejar los pañales.

Como escribí alguna vez hasta ese momento mis hijos habían tenido "abandonos" amigables de todo elemento funcional como chupete, mamadera y ahora nos quedaba el último. Estuve confiada que así sería tratando de ser una madre respetuosa y esperando el momento en que ellos pudieran hacer el duelo por si mismo o por lo menos que estuvieran a "punto caramelo" (como suelo decir en lenguaje culinario) de modo que el abandono tuviera el menor costo posible.

Fue así que durante el mes de enero (dos mese antes de comenzar las clases) fui charlando cada mañana sobre que podían elegir ir al baño y dejándolos más desnudos de modos que pudieran descubrir esto nuevo que tenían que registrar de su cuerpo, pero el tiempo pasaba sin ningún anuncio de su parte. Cuando solo faltaba menos de un mes para el comienzo, decidí que tendría que ser más evidente en mi "requerimiento" (cuando leo esto me siento mal) y así fue: después de comer comenzamos a sentarlos en las pelelas y a festejar y premiar cada logro.

Lu, evidentemente estaba preparada para este salto de madurez, porque las veces que se había sin querer, me avisaba para llevar su ofrenda al inodoro y despedirla. Juan por su parte, no estaba listo y ay! probrecito de mi hijo: ¡Cuanto nos tuvo que soportar! ¿Qué habrá pensando mi hijo después de tantas torturas maternas y familiares?. Comenzó la peor etapa de mi maternidad, y me siento mal porque fue toda provocada por mi y los benditas exigencias del mundo exterior, que no lo pude defender.

Mi ilusión, mi orgullo me jugaron una mala pasada. Juan comenzó el colegio durante dos semanas en las cuales se hizo pis varias veces al día, Juan corría de un lado para el otro pareciendo no oír las consignas, Juan parecía salido de su eje, Juan parecía tan emocionado por el mundo que lo rodeaba que no podía parar y llevaba a este comportamiento de locura también a su hermana.

Juan volvió a casa luego de ese corto pasaje escolar y aunque los primeros días parecía lamentar que su hermana fuera al colegio y el no, esto no lo sacaba de su tranquilidad. Eran tiempos para estar conmigo a solas, hacer programas diferentes y divertirnos de a dos. Pero yo debo reconocer que ese enamoramiento profundo que había sentido siempre por mi hijo, comenzó a flaquear. Me siento tan mal por eso, porque me desamoré por lo que los demás esperaban y no por una realidad. ¿Porque tenía mi hijo que poder dejar los pañales hasta de los tres años porque el colegio lo exigía? ¿Porque estaba desilusionada cuando mi hijo estaba cumpliendo tiempos perfectamente normales? ¿Porque me deje llevar cuando me había pasado los últimos años hablando de respeto?.

Los días pasaron y Juan un día se levantó y me dijo mamá quiero jugar con chicos. Fue entonces que junto al padre, le pregunté: ¿Vos querés quedarte en casa con mamá o jugar con niños? Sus palabras fueron más que claras: Casa no, chicos si. Estaba decidido: buscaría un jardín en el que Juan pudiera ir sin la necesidad de controlar esfínteres. Luego de tres visitas, me decidí. Llegué con toda mi ansiedad, mi angustia, mi enojo conmigo misma al colegio a pedir un vacante pare él. Lo que yo no sabía que ese día Juan además de decirme que quería jugar con chicos, me estaba contando que estaba listo para pedir para ir al baño a  hacer pis. Y así fue esa tarde pasé por el baño y pude espiarlo haciendo pis en el inodoro. No le pidió a nadie, fue solito, justo cuando el estaba preparado. Y entonces volví a aprender lo que yo ya sabía, había afirmado mil y una y mil veces.  Espero no olvidarlo de nuevo y mi hijo espero que me puede perdonar... Por suerte él no se dejó entrenar y se respetó a si mismo.

4 comentarios:

  1. Hola.
    LLegué hasta tu blog buscando información sobre Emmi Pikler.
    Me ha gustado mucho tu reflexión de hoy y la forma en que las presiones externas nos hacen a veces olvidar nuestros principios y creer que no tenemos razón.
    Saludos

    Soy Maribel, del blog B aprende en casa

    ResponderEliminar
  2. guau, muy interesante, estoy con la gordita en esos aprendizajes y me esta llevando mucha reflexion el entender esto del control de esfinteres...gracias por compartir!!

    ResponderEliminar
  3. Me siento tan identificada. Por suerte nuestros pequeños nos perdonan y no pierden tan fácil su eje ni su claridad de mente.

    ResponderEliminar
  4. Muy buen post, hay que descargar enojos, miedos y otras yerbas que nos hacen tan mal.
    No te atormentes tanto focalizando en tus errores (o este error)
    A veces nos atormentamos a nosotras mismas, pero eso no lleva a ningún lado y creo no hace bien. Es lo que yo trato de pensar.
    Un beso
    Cecilia, madre de un peque de 24 meses

    ResponderEliminar

Para dejar comentarios, por favor haganlo como anomimo, ya que es la unica manera que los toma correctamente. AH! eso si, diganme quienes son!