lunes, 3 de junio de 2013

Resonar de mi propia historia


Cuando me convertí en madre mis propias sensaciones, mis propias emociones, mi propia historia como niña pequeña comenzó a hacerse más presente de lo que nunca habían estado antes. Y me vinieron un montón de preguntas: ¿Hasta cuando me habrá amamantado mi mamá? ¿Lo habrá hecho? ¿Cómo habré sido de bebé? ¿Cuánto habría pesado? ¿Cómo se las habría arreglado mi mamá para cuidarme? Y otras muchas otras más.. se iba acumulando para mi suegra …

Como si fuera una picardía adicional de la naturaleza Juan era muy parecido a su papá y Lu a mi. Pero era radical la distribución genética. Juan era rubio, Lu morocha; Juan tenía un buen tamaño, Lu era muy pequeña; Juan tenía la cabeza importante de su papá, Lu mucho más pequeña. Desde entonces y hasta hoy, cuando nos ven en familia siempre recibimos un comentario del tipo. ¡Ustedes sí que son muy prolijos! ¡Uno para cada uno!

Pero volvamos a cómo mi propia aventura de infancia –  mis venturas y des-venturas - se me precipitaron en el presenté cuando vinieron mis hijos a mi vida. Estoy segura que mi propia historia debe haber influido en mi sensibilidad para reconocer la importancia de la libertad de movimiento.

Cuando tenía seis años notaron una escoliosis bastante acentuada en mí que me imposibilitó realizar actividades físicas durante toda mi escuela primaría y que luego –en mi adolescencia- generó que me colocaran un corset de millwokee de modo de evitarme problemas físicos posteriores. Este aparato me inmovilizaba toda la columna desde el cuello hasta la cadera. Solo tenía la movilidad de mis piernas y brazos pero no podía torcer ni para agacharme, ni darme vuelta. Esa inmovilidad la que me dejó un percepción interna de limitación, falta de equilibrio y de pocas condiciones para todo lo que no fuera intelectual o creativo. Fueron muchos los años de Feldenkrais que luego necesité para tomar conciencia de mi corporeidad y su potencial. Seguramente que profundizado por mi propia limitación los conceptos de Emmi Pikler resonaron mágicamente en mi ni bien tomé contacto. 

Y todavía aún sigo preguntando a mi madre y mi suegra - que no tiene un registro muy puntilloso - cuestiones que me conmueven...

1 comentario:

  1. Mi niña también se pregunta... y también me veo en Nur, ¡cómo evitarlo!
    Ya veo de dónde viene tu coraje!!
    Un abrazo Lucre!

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