Durante estos días estuve pensando en mis hijos y sus capacidades. Juan nació con mejor peso, pude amamantarlo de inmediato y a los días ya estaba en una cunita al lado de su hermana donde podíamos alzarlo constantemente. Lu en cambio debió estar más tiempo en incubadora y cada día que pasaba habíamos fuerza para que llegara a esos benditos dos kilos que nos permitirían volver a casa. Me acuerdo de hasta pensar: "Ojalá tenga el pañal con algo de pis para sume un poco más". Cada gramo era recibido como una noticia libertadora en la carrera de la retirada no sin antes pasar por internación intermedia algo así como una escuela pupila para padres primerizos.
Ya en casa, Lu era una bebé que se manifestaba sumamente tranquila y dispuesta a pasar de brazo en brazos con entrega y sonrisas de bienestar. A pesar de su pequeñez parecía más preparada para su tarea de vivir. Juan en cambió dejo su placidez hospitalaria para llorar, llorar y llorar. Pero esa foto de la primer semana cambió rápidamente para intercambiar sus caracteres. Mientras Juan se fue aclimatando a nuestro habitad, Lu se volvió sumamente llorona y siempre parecía estar a la sombra de los avances de su hermano: el comía muy bien mientras ella no, ella solía vomitar mientras el eran pocas las oportunidades, Juan se dormía tranquilo en cambio con Lu era una odisea.
Luego vinieron las habilidades motrices y aquí claramente Juan le paso el trapo: Juan repto algo así como dos meses antes que su hermana, gateo un mes antes que Lu intentar sus primeros intentos de traslado, se sentó mucho tiempo antes que ella. Mientras Juan podía dar varias vueltas por mi casa, Lu solo había conseguido desplazarse pocos centímetros. Durante le primer año de vida de mis hijos, para todos estaba la idea instalada que Juan lograría todo aquello que se propusiera y en cambio a Lu, habría que ayudarla, ser sensible con ella y estar a su lado para que realice sus primeros logros.
Al segundo año de vida puedo decir todo lo contrario, Lu dió sus primeros pasos mucho antes que su hermano y cuando ya tenía una marcha bastante estable él recién comenzó con sus intentos. Hoy Lu se la pasa hablando todo el día y no deja de sorprender con su vocabulario: saque (por sacame) ashias (cada vez qeu recibe algo), verde y amarillo (cuando encuentra objetos de ese color, y asi va repitiendo cada palabra que pesca del mundo adulto. Hoy Mi hija mujer parece llevarlos mucha ventaja a su hermano que solo atina a decir; tata, papa, mamá y no se si alguna palabra más.
Como en una carrera, algunas veces lleva la delantera uno y luego según la curva parece primerear el otro. Es una cerrara muy larga, por eso mejor no etiquetar por si de hecho lo hubiera hecho no se como hubiera compaginado hoy la velocidad actual de Lu con su lentitud de ayer y al revés con su hermano.
Si bien las etiquetas a veces son funcionales con los mellizos hay que tener cuidado donde ubicarlas porque muchas veces por más certeras que fueran pueden dejar muy pronto de ser reales.
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