Todavía recuerdo mis interrogantes sobre
cómo subir las escaleras del consultorio pediatrico con los dos huevitos cuando
mis hijos eran muy pequeños o mis conjeturas sobre que pensarían los
destinatarios -la secretaría o una madre solidaria- de mis súplicas para que
miraran el bebé cuando tenía que cambiar los pañales a uno de mis hijos en el
baño y no entrábamos los tres.
Recuerdo mis contorciones para poner una
pierna en el cochecito de modo de sentir si deslizaba o algo le pasaba a mi bebé que quedaba
solito mientras acomodaba a su hermano en la sillita del auto. Con mucho menos
nostalgia todavía, me acuerdo los varios meses que viví con moretones en las
piernas de tanto subir el cochecito doble al baúl que pesaba sus varios kilos.
De pronto, me había convertido en una mujer forzuda y hasta ahora manifiesto esa nueva capacidad cuando tengo que alzar a los dos juntos que suman más de veinte
kilos.
Nunca podré olvidar la expresión sorpresa
o mejor dicho, de casi enojo de un padre desconocido al que en un cumpleaños prácticamente
le ordené que cuidara que a Juan no le pasara nada en el agua cuando se había
metido vestido en una fuente y yo no podía alcanzarlo para alzarlo y correr a rescatar a Lu que se trepaba por una escalera sin baranda
cuando recién estaba probando esa proeza.
De varios lugares, me he ido pensando que
donde mejor se sentían mis hijos era en mi casa, ante la sorpresa de las madres de sólo hijo que lo llevaban cómodamente pegados a su cuerpo como pareciendo no perder
su libertad.
Con dos bebes es casi imposible cualquier programa, si salía con una amiga entre que atendía a Juan y
luego a Lu, prácticamente no me podía relacionar con el destinatario de mi
visita. Y peor aún, a mi bebé que no tenía alzado al encontrarse en un espacio
desconocido requería más mi atención que si estaría en casa con su música, su
aroma, sus referentes amorosos. Salir con mellizos me parecía una
verdadera osadía será por eso que solo me animé cuando los meses habían
avanzado y por ende, mi confianza. Y muchas veces incluso, aceptaba cuando
había alguna amiga que se comprometía a ayudarme con algunos de mis hijos.
No sabes cuanto te entiendo, mis hijos tienen casi 10 meses, por supuesto todavía no caminan, encima yo vivo en un departamento donde no me entra el cochecito en el ascensor, la única manera que tengo de salir sola es poniendo a uno de los bebés en la mochilita y agarrando el otro a upa, para de esta manera tener una mano libre para cerrar la puerta de mi casa, abrir la del ascensor, etc. ah! pero antes tengo que bajar y dejar listo el cochecito! La gente no se imagina lo difícil que es hacer las cosas cuando se tienen dos bebés y nada de ayuda! Igual no me quejo, siento que me han hecho mas fuerte y mejor persona! Un placer leer to blog como siempre.
ResponderEliminarMarina (gusita)
Las admiro mucho a las madres de múltiples... a veces no puedo con la casa, el trabajo, mi marido y mi hija.. así que no me imagino como hacen ustedes.. me quieto el sombrero y si, tienen un nagister en logística.!! ;)
ResponderEliminarEs importante reconocer que hasta para estos casos es importante contar con una logística y organización adecuada y así todo estará bajo control.
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