sábado, 2 de julio de 2011

Vuelta a casa....

Mi viaje terminó hace unos días, duró más de lo previsto por causa de las cenizas de volcán chileno lo que nos obligó a regresar cuatro días después y con algo de angustia por mi parte. Nos habíamos preparado para un tiempo y que se extendiera más, no ayudó. Tuvimos la mala suerte porque en la fecha del vuelo el aeropuerto de aquí -buenos aires- cerró y luego nuestra re programación, fue cancelada. La consecuencia fue peregrinar por aeropuertos y por mi parte, llorar frente a todos los encargados, hasta que conseguimos llegar a casa a la hora justa para dar de comer y bañar a mis mellizos.

¡¡¡La verdad es que tenía mucho miedo sobre como sería ese momento de re-encuentro!!! Temía que la sanción, de mis hijos hacia mí, fuera la indiferencia, algo así como una penitencia de hijos a padres. Me atemorizaba pensar que no hubiera un reencuentro emocional y que el desaire se extendiera por días. Ahora me doy cuenta que estaba proyectando, porque esa fue mi estrategia de niña cuando mis padres viajaron por un tiempo prolongado y nosotros – mis hermanos y yo – nos quedamos con nuestra abuela materna. En ese momento, lo primero que hice al escuchar que llegaban fue meterme debajo de una cama durante varias horas y no hablarle durante días. No la había pasado mal, todo lo contrario pero tenía entre vergüenza y picardía.

Llegamos a casa corriendo, dispuestos a alzarlos, abrazarlos, besarlos….Pero al mismo tiempo también intenté no atosigarlos con mis emociones acumuladas.  Lo primero que hice fue alzar a Lu tranquilamente mientras el papá alzada a Juan y entonces espontáneamente nos dimos un abrazo de cuatro.  Pero como mis hijos no son como yo y cada díada o triada –seria en este caso- es diferente. Juan y Lu me recibieron con sorpresa y yo diría que observantes.

Lu en mis brazos tomaba distancia para mirarme a la cara o mejor dicho a los ojos. Y así estuvimos algunos  minutos, mirándonos profundamente mientras le contaba de mi viaje, de lo que los extrañe y a su vez también reconocía sus propios sentimiento. Le expliqué, también como habíamos disfrutado y de lo mucho que habíamos pensando en ellos. Quizás para ellos más que para nadie es importante que sus padres tengan un vínculo genuino y renovado. Y eso le trasmiti que nos habia hecho muy bien!

Hoy a tres días de ese encuentro, creo que la palabra que mejor define el encuentro fue la seguridad. A los pocos minutos estábamos igual que antes, con sonrisas y respondiendo a mis mimos ya conocidos con las mismas carcajadas de siempre. Fue jugar como siempre para reírnos, disfrutar, y querernos….No hubo nada de sanción, nada de la indiferencia que yo imaginaba.

Me encanta pensar que este encuentro en paz es resultado de esta crianza tribal por llamarlo de alguna forma que yo elegí para ellos. Mis hijos no tienen un solo vínculo de apego, tienen varios…Y para mi en la vida saber que siempre podemos contar con alguien para mi es una gran tranquilidad y un privilegio...

1 comentario:

  1. Me alegra muchísimo que el reencuentro haya estado lindo y sin sanciones!! Me cada día a día cuando salgo de casa al laburo y dejo a mi nena con su nana, siempre estoy pensando en si mi nena me extraña o no, si logra darse cuenta que no estoy, etc. Cuando llego a casa, ahora que está mas grande , me sonrie y me pide upa con sus bracitos :D!
    Saludos!!

    PD: Lamentable lo del volcán :(

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