Mis hijos están creciendo rápidamente y en este devenir están asomando sus improntas. Cada uno se relaciona con el mundo, los conocidos y desconocidos, la comida, los juguetes y el sueño, por mencionar algunos, a su manera. Si cada persona es un mundo ver crecer en paralelo dos es una maravilla y reconocer cómo pesa lo masculino femenino un espectáculo adicional. Pero esta manifestación del ser único pone en escena el desafío de la maternidad más pronto.
Juan como he descripto en varias oportunidades, parece tener una relación asustadiza del mundo. Tenía miedo a la aspiradora, la escoba, los ruidos fuertes, el portón cuando abre, sufre largamente cuando se iba su niñera con llantos angustiosos, se ofende si salgo sola con su hermana y por la noche a veces se despierta con angustia. También su organismo expresa su sensibilidad, su piel es extremadamente delicada, cada salida de un diente es un evento con dermatitis repetidas intensas y cambios de humor. Por otro lado, Juan parece más dócil, le gusta todo lo que le presentamos para comer y si uno se predispone a que se duerman él se entrega al descanso. Es sus relaciones es demandante, le encanta recibir mimos y sentir la agradable temperatura de un otro cerca, se entrega gratamente a los abrazos y besos. Cuando la rutina se altera, él se toma descansos en privacidad como en una acción de regularse y tomar coraje para nuevamente enfrentar lo desconocido. Así veo a mi Juan un cariñoso incurable que tiene la risa más contagiosa del mundo y si uno le da tiempo puede descubrir su enorme adorabilidad.
Lu, en cambio, se cree dueña del mundo y se mueve por la vida demostrando esa sensación. No recuerdo ninguna manifestación de susto evidente en lo que lleva de vida, y no anda buscando amor de los mundo. Se sabe amada y si necesita algo confía en quien esté cerca para satisfacer sus deseos del momento. Lu parece conocer los artilugios femeninos de seducción: comienza el coqueteo caminando cerca del desconocido, lo observa, sabe cuando alcanzarle un juguete como buena llamada de atención y entiende perfectamente el valor de una sonrisa bien desplegada como arma imbatible. Le encanta desafiarse para afirmar su sensación de onmipotencia, sube escaleras, quiere bajarlas parada, trepa todo espacio posible y escala con precisión. Cuando algo no es como ella quiere se enoja, no hay forma de invitarla a dormir sino es cuando ella quiere, sólo come lo que le gusta ese día en particular y se la puede ver hablándole a sus muñecos con una entonación de enojo seguido de besos. También su organismo parece enojarse alguna veces porque si lo pica un mosquito o le cae mal la leche hace una alergia con hinchazón o inestabilidad que no pasan desapercibidos. En estos días, ha adquirido una costumbre que me llena de ternura, cada tanto se acerca sigilosamente cuando estoy distraída y me da un beso para luego fugarse siguiendo una nueva fantasía de entretenimiento. Esa es mi hija con algo de indomable y todo de irresistible.
Me maravilla que estas incipientes personitas tienen su impronta más allá de mí, de mi accionar y de mi condición como criadora. Papá y yo deberemos ser mas que los mejores padres posible pero no en general, sino en individual. Hoy entendí que yo deberé ser la mejor mamá de Juan para ayudarlo a salir del caparazón con alegría para disfrutar de su crecimiento y ser la mejor mamá para Lu es mostrarle el reverso del capricho para que aprenda a calmar su alma impaciente.
Ser tantas madres como hijos tengamos puede ser una obviedad pero que conviene no olvidar y saber qué tipo de madre necesita cada uno, un maravilloso desafío.
Emmi Pikler fue una pediatra húngara con una mirada original sobre el desarrollo motriz del niño. Como madre de mellizos comencé este recorrido porque me conmovió profundamente leer “Movimiento en Libertad” y definitivamente cambio mi enfoque sobre la crianza. Este blog, es la manifestacion de mi necesidad de generar un espacio para compartir con otras madres experiencias, dudas, alegrías y los logros de nuestros bebés.
Me encanta como has descrito a tus hijos, los míos también son muy diferentes entre sí, cada uno con su personalidad y su necesidad de atención.
ResponderEliminarYo me también me veo como mamá de cada uno.
Que bien los describes a los dos!! que aventura debe ser crían mellizos!! Me da un poco de envidia. Debe ser caóticamente maravilloso, no?
ResponderEliminarHace unos días leí esta entrada y me encantó, no pude comentartelo, por esas cuestiones de tener un gateador raudo al cual hay que mirar atentamente, pero no quería olvidarme de contarte que lo que más me gustó es la forma en que aprendiste/descubriste esto de ser la madre que cada uno de tus hijos necesita que seas, me parece un aprendizaje sublime!!!
ResponderEliminarBesos muchos
Flor
Wuau Lucre,
ResponderEliminarNo lo había pensado nunca… Ser madre A LA VEZ de dos niños tan distintos… ¡tiene que ser todo un aprendizaje de comprensión, disposición y generosidad!
Abrazos dobles que no duplicados!
Me encanto este articulo!!! Me emocionastes mucho!!Viste como una entrega del propio caracter justamente lo que hijo necesita...la naturaleza es increible...la maternidad es absolutamente enriquecedora y maravillosa! Besos Lo
ResponderEliminar