jueves, 3 de mayo de 2012

La búsqueda

Luego del casamiento Martín me pidió dos años para armonizar la pareja, para ensamblar la familia con sus cuatro hijos – en ese momento no sabía cuán difícil sería - y como yo tenía ganas que él sintiera también de que tengamos un hijo juntos lo acepté.  

Pero claro, cuando se cumplió la fecha pactada la ansiedad me empezó a acorralar y con ello el circulo vicioso mensual de la ilusión y la desilusión que se repitió durante casi un año más. Decidí consultar con una médica para saber si todo funcionaba bien en mí y por entonces resultados de los estudios me sugerían simplemente esperar en calma. ¡Qué fácil! Pero no me digan que es un estado natural te morís de ganas de ser madre, te faltan dos años para los 40 años, tu marido 50 y te ronda en la cabeza la idea de que en tu familia hubo varias casos de complicaciones de fertilidad. No obstante, traté de transitar ese tiempo con onda, pero claro está ¡no pude! Mis temores y mi ansiedad me jugaban todo el tiempo una mala pasada. ¡Pobre Martín, mi familia y mis amigos!

Finalmente después de varías y varias más lágrimas derramadas a borbotones, tomamos la decisión de consultar con Sergio Pascualini. Me lo habían recomendado como uno de los mejores especialistas del país y desde entonces yo también lo hago cada vez que puedo.

Llegamos con Martín a la primera entrevista entusiasmados y expectantes, aunque yo con algún temor de encontrarme con alguien poco cálido, que me tratara como a un número y sin capacidad de contención. Durante ese primero encuentro, mis reticencias se comenzaron a diluir porque me encontré con un profesional que parecía fascinado por desafiar las leyes de la naturaleza para cumplir mi sueño y esa actitud, que podía leerse como frío a mí resultó tranquilizadora. Me encantó ser uno más de los desafío que buscaba dilucidar como prueba personal.

Más tarde, con los resultados sobre la mesa sus palabras fueron definitivas: "Sin tratamiento son pocas las chances, pero con una pequeña ayuda no tengas dudas que vas a lograrlo". Aliviada por su convicción y certeza esa entrevista fue el punta pie de querer yo conocer todas las opciones: de menor a mayor complejidad, de simples a engorrosas, de menos invasivas a las más efectivas.

De esa consulta, me llevé la invitación a recorrer un camino y para la largada sólo era suficiente una estimulación ovárica… vamos despacio y así fuimos.

1 comentario:

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