sábado, 22 de octubre de 2011

Humildad Maternal

En un alto en una estación de servicio durante el viaje a Córdoba, me encontré un niño observando absorto a una  encargada mientras colocaba las toallas de papel para secarse las manos en un artefacto y me conmovió su capacidad de sorpresa.

Minutos después cuando me retiraba, el niño salía pidiendo a su madre una toalla a lo que su madre respondía: "Te dije que no hay", mientras su hijo defendía su postura, pero la madre ya cansada le decía: Por favor no insistas más, porque me voy a enojar en serio. Para ese entonces se estaban yendo y yo me quedé con ganas de explicarle que su hijo tenía razón....pero la dinámica de la situación me lo impidió.

Ese episodio me hizo pensar en todas las veces que nuestros hijos son quienes tienen la razón y nosotros por exigencias o apuro, les contradecimos, minando poco a poco su confianza. ¿Qué habrá pensando ese niño cuando su madre le afirmaba categóricamente algo que el sabía que no era así? ¿Habrá podido explicarle luego a su madre lo que él había visto? ¿Se habrá quedado dudando de su propia percepción? ¿Se habrá interrogando sobre la confianza hacia su mamá?

Dias después, al momento de salir a lo de una amiga - luego de finalizar con los preparativos de vestirnos los tres -  Lu se para en la puerta y dice: "No" indicando claramente su disgusto de salir de casa. Vuelvo a insistir relatándole la fabulosa expectativa del programa al que estábamos por asistir e insisto una vez más pensando haberla persuadido, pero nuevamente se afirma a la puerta y dice: ¡NO!

Mi impronta inicial hubiera sido alzarla y salir de la casa sin mas, pero decidí preguntarle: ¿Qué queres hacer Lu?. Divina como estaba con su mejores ropas y moños, fue a la cocina tomó sus muñecos y, con su flamante año y cinco meses, volvió a la puerta lista para salir.

Y aquello que podría haber sido motivo de un berrinche y un gasto de energía para calmarla de pronto se volvió un motivo de felicitación. ¡Lu, qué buena madre que sos! Y así sin más la adoré....

10 comentarios:

  1. Hola Lucrecia! Me encantan tus reflexiones!
    Es una pena que las prisas, la firmeza, la experiencia, no nos permitan escuchar a nuestros hijos, aunque muchas veces son ellos, nuestros peques, los que con sus rabietas y enfados no nos dejan expresarnos a nosotras!! Jejeje
    Un abrazo muy fuerte, Lucre y me voy pasando por tu blog, así me alegro de ver que estáis bien! Mis peques muy bien, aunque me dan algo de guerra!

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  2. El problema es que los adultos no queremos escuchar a los niños. Muchos adultos creen que precisamente por ser adultos tienen las respuestas a todas las preguntas, saben mas que los niños, no pueden bajar la guardia ante un niño, ni dejarse vencer, ni darles la razón, ni mucho menos escucharlos, por que les daría poder! Y un niño poderoso es una amenaza para un adulto porque se supone que los adultos saben mas, son los que enseñan, son los que mandan.

    Triste que sea Asi. Nos dejamos llevar por todo lo que sucede alrededor menos por nuestros hijos, si detuviéramos un poquito el tiempo, o dejáramos de lado unos minutos el trabajo, la novela, los quehaceres, y les pusiéramos a los niños un poquito mas de atención, el día a día seria mas armonioso.

    Gracias por compartir este par de relatos que instruyen tanto.

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  3. Me ha encantado tu actitud con tu hija.
    El problema de los adultos es que siempre creemos que sabemos todo y llevamos razón, pero en mi opinión no puede estar más lejos de la realidad. Hay que tener en cuenta la opinión de los niños, porque tienen sus motivos, como snosotros.
    Yo intento tenerlo muy presente.
    Un abrazo.

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  4. QUe bonita leción, espero saber guardarme las prisas para dedicarles toda la atención que se merecen!
    Por cierto, no se que me pasa con tu blog, me aparece y desaparece, y ahora se ha cambiado el formato, no?
    Bueno, yo igual te sigo!

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  5. Nenica: muchas gracias por el comentario y por avisarme.... si a veces no es posible porque de verdad a uno se le complica pero me dio tanta alegria saber que ella tenia una razon para no querer salir que me senti orgullosa... ahora lo hago para no robarme a mi misma esos momentos. un beso grande, lucre

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  6. Lucre!:
    Me ha encantado la lección que nos has dado a conocer, primero con el niño y luego con tu hija.
    Por su puesto, los adultos vivimos tan apurados y ensimismados en nuestras cosas de "ADULTOS", que somos incapaces de escuchar a nuestros niños o de ponernos en su lugar.
    Bueno, mi hija ha pasado algunas semanas con rabietas y pena, porque perdió su mantita para dormir y yo no era capaz de comprenderla. Más cuando me puese en su lugar y le entregué todo mi amor, dejó de hacer "pataletas" y todo mejoró. Lo malo es que uno se olvida muy pronto...
    Abrazos!

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  7. Llevas toda la razón... Una lección de humildad total. Tenemos que aprender a escuchar más a los niños en general y a nuestros hijos en particular, póquer sean pequeños no quiere decir que sus comportamientos no sigan una lógica.
    Un saludo

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  8. Mama nortina, bueno ellos como todos luego sabremos que las madres no somos infalibles...y por un lado esta bueno para que no crean que ellos tendrán que ser infalibles, no? Martin siempre me dice algo que me encanta, te quiero por tus defectos....estar con gente perfecta es re aburrido...jaja. besos, lucre
    PD: con lo que yo amo las mantas seguro que debe hacer sido un pena enorme.... besos, lucre

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  9. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  10. Cuanta razón. Para tener en cuenta y reflexionar. Debemos escuchar más a nuestros hijos sin importar lo pequeños que sean. Gracias!!

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