lunes, 19 de diciembre de 2011

Separar, sin el sentido de penitencia

Juan siempre quiere aquello que tiene Lu y ella muchas veces se lo da sin angustiarse, algunas simplemente deja lo que tiene en su mano cuando ve que viene a sacárselo y otras llora con impotencia haciéndole saber de su bronca de todas las formas que puede.

En la mayoría de las veces trato de no intervenir y si lo hago es explicándole a Juan que a Lu no le gusta que le saquen las cosas. Si bien siento la injusticia adentro mío por Lu, trato de no etiquetar a él ni impedirle a ella que desarrolle sus propias estrategias de defensa. Pero claro, Lu más chiquita físicamente, muchas veces no puede enfrentarlo aunque si la he visto correr escapando a la vez que se ríe con sensación victoriosa.

Muchas veces veo que Lu parece más chinchuda que su hermano y creo que en parte puede deberse a su impotencia. No debe ser agradable que cada vez que elegís un juguete para explorar o estás tomando tranquilamente la mamadera venga una mano que lo arranque ni tampoco que te despierten de tus siesta bombardeada por osos o almohadas. ¡Eso puede poner de mal humor a cualquiera!

Cuando veo que la situación se torna incontrolable, pongo a uno de los dos en el corral, pero no con sentido de penitencia sino con sentido de respeto. Entiendo que a Lu, no le guste que le saquen todo y le doy su espacio para poder disfrutar de sus elecciones a su ritmo y sin que nadie la aceche. También me parece una instancia de respeto para Juan porque en ese momento la baranda ejecuta un límite  externo a la vez que consistente. Quizás en el futuro, pueda comprender que si su hermana tiene un objeto es una baranda simbólica similar a la que rodea el corralito que no se puede atravesar.

Me encantan también que aprendan a conectarse con la necesidad de recluirse cuando no pueden manejar sus impulsos. A mi también me pasa que cuando estoy rodeada durante mucho tiempo de gente necesito minutos para bajar decibeles y conectarme por eso sospecho que puede pasarles lo mismo.

Me da mucha alegría cuando Lu puede terminar de tomar su mamadera tranquila en su corral sin que nadie la moleste, ni siguiera por amor. Sé que sabe que cuando quiera salir, yo estaré lista para sacarla. Y Juan parece no sentirse mal, simplemente descubre su propia capacidad de identificar objetos de observación y descubrimiento.

5 comentarios:

  1. Querida Lucre!
    Te he dado un premio!
    Puedes recogerlo aquí:
    http://elblogdenoraya.blogspot.com/2011/12/flores-para-todas.html

    Un abrazo!
    Noraya
    "El Rumor de las Libélulas"

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  2. Complicadillo el asunto, por lo menos en mi caso, que se juntan las dos brujitas con Hugo y no veas... mio, mio, mio... snf
    Muack :D

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  3. Lucre, me encanta como describis las personalidades de cada uno y aprendes a buscar como ayudarlos en crecer con respeto, respetando vos sus individualidades. La verdad, te admiro!! Beso!

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  4. A veces es complicado. ¿Intervenimos? ¿No intervenimos?
    Pero veo que al final terminásteis todo contentos.
    Besitos

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  5. Creo que lo estás haciendo muy bien. Me imagino como será cuando Sara tenga un hermanito/a ... mi hermano y yo nos llevamos una año largo y la verdad es que peleamos hasta que me case. Un abrazo.

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