sábado, 12 de mayo de 2012

Lu alérgica a la lactosa

Desde que Lu estaba en la incubadora tenía exabruptos de llantos. Lloraba con enojo, poniéndose absolutamente roja con una fuerza que contrastaban con su endeble apariencia. Durante los meses siguientes, Lu además comenzó a vomitar luego de cada toma tanto de mi leche como de fórmula. Escupía un chorro generoso mientras yo me atemorizaba pensando que de seguir con esa conducta bajaría de peso tanto que nos volverían a internar. Ya ni recuerdo la gran cantidad de comentarios bien intencionados que recibí que lejos de cumplir su cometido me desorientaron más aún: "Estas nerviosa por ser primeriza y se los trasmitís", "No tenés leche suficiente", "Tu hija no se está alimentando bien".

Si alguien comentaba: "A esa bebita le pasa algo" yo buscaba miles de formas para justificarla. "Mi hija está bien, se está acomodando al mundo y puede no ser fácil para ella. En la vida hay que gente que llora menos y otros que lloran más" me justificaba. Al borde de la desorientación fuí a un gastroenterólogo infantil, con la última esperanza de por lo menos conseguir una respuesta que me ayudara a inhabilitar cualquier comentario sobre mi hija.

La entrevistas duró lo que me llevó este diálogo:
- “Vomita en chorro como si estuviera molesta. Me hacer acordar a cuando yo tenía ataques de alergia que me ponía algo nerviosa y no podía conmigo misma”.
Su respuesta fue:
- “Vamos a probar con una leche sin lactosa durante cinco días. Si mejora, tema solucionado”.

Me fuí pensando casi enojada: ¿Cómo podría darme esa diagnóstico en menos de un minuto? ¿Y cómo podría recomendarme que le dejara de dar mi leche?. Pero era tanta mi desesperación que decidí probar. A pesar de mi escepticismo a los cinco días con la nueva fórmula -con una composición que ayudaba a la digestión- el carácter de Lu se apaciguó. Mi hija dejó de vomitar, comenzó a reír y yo dejé de angustiarme. Entonces aprendí que Lu no era berrinchera como el mundo solía llamarla, sino más bien una beba que sabía expresar su incomodidad.

Me sentí mal por haberlo negado y sólo haber buscado protegerla, me sentí mal porque sólo le había dado de mamar cinco meses. Pero con el tiempo comprendí que había necesitado ese tiempo para observarla con ánimo de conocerla.  Y por supuesto cuando ya se la notaba mejor, le mezclaba de mi leche mezclada con su fórmula mientras su carácter se mantenía estable. Mi querida Lu, tenía ahora una experiencia de vida mas agradable y para mí eso era todo.

1 comentario:

  1. Mi hija mayor, Martina, ahora de 16 años, tuvo, en sus dos primeros años de vida, una deficiencia en la lactasa (enzima que procesa la lactosa).
    Mi diálogo con el pediatra fue tan corto, también, que hice 2 consultas más antes de comenzar a darle leche deslactosada. Qué bárbaro, no? a veces necesitamos que nos hablen mucho para sentirnos convencidas.
    Claro está que los otros dos pediatras corroboraron el diagnóstico en un periquete.

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